E
arece que los recortes de dinero público en Israel, están trayendo de cabeza a los ministros de Benjamín Netanyahu, llegando a situaciones tan rídiculas como la planteada por su ministro ultraderechista de Agricultura, Uri Ariel.
La excusa presentada, para justificar la solicitud de deportaciones masivas de gatos callejeros, ha sido un apartado de la ley rabinica que condena la crueldad con los animales y que exige cumplir el mandato divino de proliferación de las especies expresado en el Génesis. Según el titular de Agricultura, «es prioridad cuidar de los animales antes que de uno mismo y permitirles reproducirse como cualquier otra criatura de Dios».
La sobrepoblación de gatos es un problema grave en Israel; por lo que el Gobierno, en los últimos años ha castrado a más de 100.000 ejemplares con fondos estatales.
Pero no se han hecho esperar las protestas, incluso entre expolíticos, personajes públicos y grupos activistas por los derechos de los animales.
La exministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni colgaba en su twitter una foto con su gato diciendo “de ninguna manera voy a solicitar un pasaporte extranjero para Pitzkeleh».
También la popular actriz y activista, Orna Banai, en declaración al servicio de noticias Ynet, que «la castración es un acto de gran importancia para que no nazcan nuevos gatos a este cruel mundo».
Por el momento, ya se han recogido más de 9000 firmas en una campaña liderada por diferentes grupos de defensa de animales y esperamos que esta díscola ocurrencia del ministro Uri Ariel, no quede en más que una anécdota.
Fuente: El Mundo