Nunca solemos fijarnos. Sin embargo es normal que presidentes, políticos y demás gente poderosa, se rodeen de sus más preciados amigos:
Sus mascotas!
L
o prometido es deuda, o eso debió pensar Obama cuando de pié en su palco y en plena oratoria, aseguró que regalaría una perrita a una de sus hijas. Dicho y hecho, meses después un nuevo y flamante inquilino entraría a formar parte de la Casa Blanca: Bo. Un perro de aguas portugués que tiene una interesante peculiaridad para los Obama, es hipoalergénico, algo que le viene de perlas a Maila, la hija pequeña de la familia que sufre de varias alergias. Hoy le acompaña Sunny, otro compañero de la misma raza.
Otra pareja famosa es la que forman el tandem Lupo y Tilly, los perros de la familia de los Duques de Cambridge.
Aún así tienen que rendirse a la evidencia de que lo único que hacen es seguir la estela de su abuela que les gana por goleada. Efectivamente, la Reina Isabel II lleva décadas acompañada de parejas de la misma raza de perros. Actualmente posee cuatro mascotas de las razas corgi y dorgi: Willow, Holly, Candy y Vulcan. Antes tenía más de 30 corgis valeses.
Por esa época en que la Reina de Inglaterra lucía sus 30 ejemplares, otro famoso inglés posaba orgulloso con su Bulldog. Se trataba nada menos que de Winston Churchill.

Pose que también repetía su más acérrimo enemigo, Adolf Hitler. Conocida es su pasión por los animales en general. Lloró cuando murieron algunos de sus canarios. Eigual de famosa fue su obsesión por los pastores alemanes, algo que no le trajo buena suerte a Blondie, su mascota personal. La sacrificó 24 horas antes de suicidarse en el bunker de Berlín, para probar la eficacia del cianuro que segaría la vida del dictador.
Y si nos vamos hacia el este, más concretamente a Moscú, encontraremos también a principios de siglo la querencia que Lenin, padre del Comunismo y los Soviets, tenía por los gatos. O la predilección que Vladimir Putin tiene por Buffy un pastor búlgaro que le regaló el primer ministro búlgaro, y Yume, un akitaino que le fue obsequiado por las autoridades de la prefectura japonesa Akita.
Pero no os creáis que los líderes religiosos van por detrás. Así el Dalai Lama es un devoto de los gatos, y el Papa Benedicto XVI también les tiene especial predilección. Sien embargo, ‘este ‘ultimo debió dejar su habito al alcanzar el papado ya que está estrictamente prohibido tener animales en el Vaticano. Aún así, sabemos que volvió a sus antiguas costumbres al dejar vacante el puesto.
Aunque la polémica con nuestros felinos se la lleva, como no podría ser de otro modo, George W. Bush, que a sus primera gatita la llamó India. Al país de más de 1300 millones de habitantes no le pareció una buena idea, y las autoridades locales contestaron instando a sus ciudadanos a poner de nombre a sus mascotas el del G. Bush.